Una vez que
el Tribunal Constitucional falló a favor de la Fundación Casa Ducal de
Medinaceli otorgándole la titularidad del palacio de Francisco de los Cobos a
cambio de abonar al Ayuntamiento la mitad de lo que nos costó a todos (a todos
menos a sus “legítimos dueños”) restaurar este edificio y que nuestro alcalde
se comprometió a desatascar esta situación, es hora de zanjar definitivamente
este contencioso que enfrenta a la casa ducal con Úbeda.
Sabido es
que los dueños del palacio permitieron que alcanzase el dudoso honor de
convertirse en una auténtica ruina, ya que lo único que quedaba en pie de su
antiguo esplendor era la fachada. En 1984 el ayuntamiento de Úbeda se embarcó
en la empresa de devolver al montón de piedras su pasado brillo, para
destinarlo a sede de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED),
gastando un millón y medio de euros en esa reconstrucción en la que trabajaron
siete promociones diferentes de canteros, forjadores, carpinteros, albañiles,
herreros, alarifes, etc. de la Escuela Taller de Úbeda.
Cuando las
obras estaban casi culminadas y la sede central de la UNED de Madrid ya había
librado una cantidad para dotar este centro asociado de Úbeda, debido a algunos
incumplimientos del convenio por parte del Ayuntamiento y a instancias de la
casa ducal, un juez paralizó las obras en contra del bien común de toda la
población afectada. Es cuando menos sospechoso que la casa de Medinaceli
esperase a que la intervención estuviera muy avanzada para paralizarla y que
sus remilgos ante la mejor o peor ejecución de las obras aumentaran cuando
Úbeda fue nombrada Patrimonio de la Mundial de la UNESCO, con lo que este
título suponía para la revalorización de sus propiedades.
Está claro
que ha faltado información sobre el proceso negociador Corporación municipal-
casa ducal. Por eso, en aras de la transparencia ahora tan en boga, para poder
tener una opinión fundada al respecto y para que se pueda adoptar una decisión
que atienda al bien común de Úbeda, más allá de intereses cortoplacistas de los
alcaldes de turno, los ciudadanos deberíamos ser informados de manera clara
sobre el contenido de las negociaciones actuales y sobre cuáles fueron los
incumplimientos que dieron ocasión a que la casa ducal rompiera la baraja.
Si en el
pasado diferentes corporaciones actuaron de modo ligero o ingenuo y fueron
víctimas del egoísmo de la casa ducal, es hora de rectificar para restaurar el
patrimonio-prestigio y para no quedar ni como aduladores ni como mentecatos. El
concepto de Patrimonio exige, por un lado, que administremos bien la hoy
maltrecha economía municipal, lo cual obliga a que los caudales públicos
invertidos (sean de origen municipal, autonómico, estatal o de la UE) no sirvan
finalmente para engordar el ya abultado capital de la casa ducal y, por
otro lado, que estemos alerta una vez más para defender el patrimonio de los
ubetenses (sus edificios y su historia) con un mínimo de rigor, lo cual
requiere que el Hospital de los Honrados Viejos siga recordando, aunque sea de
lejos, las intenciones sociales de su fundador, cuyos herederos parece que
hayan renunciado a sus obligaciones de nobleza o linaje.
El director
general de la fundación, señor Albendea, asegura
que lo que la Casa de Medinaceli desea es que la UNED se establezca en el
palacio y, aunque afirma que su destino cultural nunca ha estado en cuestión,
lo cierto es que los hechos demuestran que lleva desde 2001 impidiendo que la
provincia de Jaén disponga de una digna sede para la Universidad Nacional de
Educación a Distancia.
Un gasto
aproximado de un millón y medio de euros aportados por diferentes
administraciones públicas, una dotación de material educativo y mobiliario de
la UNED en espera de la recepción del edificio... toda esta espléndida
inversión sigue en el aire porque al final la Casa de Medinaceli sigue teniendo
la sartén por el mango. Plaza Vieja manifiesta que el palacio de Francisco de
los Cobos debe ser ya de la ciudad y que si la casa ducal desea hacer uso del
Hospital de los Honrados Viejos, que primero sufrague los gastos para concluir
las obras del Palacio, cuyo destino debe ser el de sede de la UNED y, si
hubiera espacio suficiente, de otras dependencias educativas, como el
Conservatorio Profesional de Música.
Y si la casa
ducal no se aviniese, la vía de la expropiación forzosa no debería descartarse.
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