Después de casi un lustro, los remordimientos llevan a un hombre a desvelar que, en las obras de mejora del Campo Hípico previas a la construcción del aparcamiento de La Alameda, se hallaron restos óseos que él mismo tapó tras una pared. Asegura que lo calló “por miedo” y que tuvo entre sus manos cráneos con el tiro de gracia en la frente.
La “mala conciencia” no da tregua a A. J. O. “Cada vez que paso por la carretera de circunvalación, veo el árbol cortado, me acuerdo de lo que hice y eso me está comiendo la cabeza”, se sincera un hombre que fuma nervioso, un cigarro tras otro, y que prefiere ocultarse tras las iniciales de su nombre por “miedo”. Hace “cuatro o cinco años”, él fue uno de los albañiles que trabajó en las obras de mejora que se realizaron en el Campo Hípico poco antes de la construcción del aparcamiento sin terminar que, hoy, ocupa su lugar, y sentencia: “Hicimos una cosa mal que no me deja vivir tranquilo”.
Sin pelos en los dientes, apunta: “Las obras fueron un lavado de cara para sacarle más rentabilidad” al trato con el Ayuntamiento. Cabe recordar que el traslado del Club Hípico, en el verano de 2008, se debió a la prohibición legal de que este tipo de instalaciones estén próximas a los cascos urbanos por simples razones de salud, y el equipo de Gobierno del PSOE e IU llegó a un acuerdo con el club para quedarse las instalaciones de La Alameda a cambio de construir unas nuevas fuera del casco urbano
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