miércoles, 11 de enero de 2012

I.El Patrimonio: del pasado, su disfrute y el futuro. El patrimonio eclesiástico.


La declaración por la UNESCO de nuestra ciudad junto con Baeza como Patrimonio de la Humanidad fue la culminación de un empeño largamente sentido. Sin embargo no está del todo claro lo que tal reconocimiento a veces debiera significar para la ciudadanía en su conjunto.
Por supuesto que cada ubetense se alegra de que la existencia de nuestra ciudad sea más notoria en el mundo y de que, al mostrar su magnífico acervo monumental, tenga mejor acogida. Otra cosa es si desde que se produjo este nombramiento se ha contemplado el conjunto de compromisos adquiridos con esa humanidad pasada, futura y forastera.
El pasado año nos satisfizo destacar este aspecto relacionado con el conocimiento de lo nuestro premiando la labor divulgadora que desarrolla el Museo Arqueológico de Úbeda, para que nuestra gente más joven y para que todas aquellas personas que se interesen por este tema conozcan nuestro Patrimonio. No es la primera actividad en ese sentido aunque debieran ser más para que, tras el conocimiento crítico, nazcan el cariño, la admiración y el respeto de todos los ubetenses por esos bienes que han de compartir con turistas y legar a sus descendientes.
Conviene, sin embargo, atinar de manera equilibrada para combinar el respeto al pasado, con la conservación enriquecedora para el futuro, y con el bienestar y progreso del vecindario actual. Alguien ha dicho que una ciudad es como una persona a la que gradualmente van apareciendo las arrugas con la edad. Lo acertado es compaginar esas señales con la placidez de la sabiduría acumulada. Ello no obvia para que se conserven incluso los excesos de la tradición. No debiera cargarse sólo sobre los hombros del vecindario del casco antiguo la conservación respetuosa que se desea habitado para favorecer su conservación idónea.
Estaría bien a ese respecto extremar el rigor de la versión que se ofrece a propios y extraños sobre la realidad histórico-cultural, los servicios, los precios y todo aquello -no son pocas las tentaciones que se les presentan a los advenedizos- que pudiera desprestigiar en poco tiempo este excelente Patrimonio. El desarrollo económico motivado por la mayor afluencia de turistas es un bien colectivo que debiera administrarse para satisfacción del conjunto de la ciudad y con más perspectiva de futuro.
En lo que se refiere al importante patrimonio de la Iglesia Católica, con numerosas propiedades urbanas acumuladas a lo largo de los siglos, Plaza Vieja cree que, como dueña o depositaria de este rico patrimonio, la Iglesia debe hacer frente a importantes gastos de rehabilitación y de mantenimiento ordinario, que no siempre acomete, por lo que la mayoría de las veces se da el caso de que el peso de la restauración, rehabilitación y conservación de dichos bienes eclesiásticos recae sobre diferentes programas nacionales y autonómicos ejecutados por las administraciones públicas y privadas.
En Úbeda tenemos como ejemplo las ingentes cantidades que tanto el Ministerio de Cultura del Gobierno central, en su día, como la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, han venido destinando a la reconstrucción, con mayor o menor fortuna (probablemente con menor), de la colegiata de Santa María de los Reales Alcázares. No tenemos constancia de que el Obispado haya puesto un duro para que, por fin, todos los ubetenses y los que nos visitan estemos de nuevo disfrutando de este espacio para usos culturales o, en su caso, religiosos. El Cabildo jienense, su propietario, debería colaborar, al menos en una pequeña parte, en la conservación de estos bienes patrimoniales. Iglesias como la de San Pedro, Santo Domingo, San Millán, la ermita de Paje y, especialmente, San Lorenzo, muestran un mal estado de conservación generalizado y están pidiendo a gritos una urgente actuación so pena de que nos convirtamos en testigos de su irreversible deterioro o, en el peor de los casos, como es el de San Lorenzo, de su desaparición.
El Plan Especial de Protección del Casco Histórico refleja desde hace muchos años como pendiente “la restauración de la iglesia de San Lorenzo y algunos lienzos o paños de muralla;” e incluye este edificio dentro del programa de “Expropiación y adecuación de edificios históricos para uso dotacional”, insistiendo en su necesaria restauración. El Formulario de la Declaración de Úbeda y Baeza como ciudades Patrimonio Mundial reitera su uso dotacional. El  Ayuntamiento efectuó una oferta de compra de esta iglesia al Obispado de Jaén y procedió, para evitar males mayores, a restaurar la muralla que soporta este templo con fondos públicos provenientes del Plan E. Pensamos que esta singular iglesia debe pertenecer a todos los ubetenses a corto plazo, para lo cual las negociaciones entre el Alcalde de Úbeda y el Obispo de Jaén, ahora parece ser que suspendidas, deben culminar cuanto antes. Y puesto que se va a utilizar el dinero de todos los contribuyentes (católicos y no católicos), todos los ubetenses debemos ser los beneficiarios últimos de su puesta en funcionamiento como lugar de cultura en la forma de centro de interpretación de la obra de nuestro escritor más eximio, Antonio Muñoz Molina.
El patrimonio de la Iglesia Católica en Úbeda es rico, extenso y hermoso, y, puesto que su correcta conservación depende casi en exclusiva de los fondos públicos, debe comenzarse a negociar la copropiedad entre los que lo conservamos, representados por las diferentes administraciones públicas, y sus actuales poseedores. 

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